13/7/12

Despedida de Sachita

Esta es una historia de la vida real.

Sacha era una poodle toy, fue comprada en Valencia, Edo. Carabobo, cuando yo tenia 12 años. Aún recuerdo cuando la vi por primera vez, era la única hembrita de la camada, blanca, peluda y chiquita. Fue como amor a primera vista. De camino a casa iba durmiendo y yo no podía con la emoción, estaba super feliz. 

Sacha y yo en Valencia, Edo. Carabobo

Cuando Sacha tenia un año, mi familia y yo, por motivos de trabajo de mi papá, nos tuvimos que ir a Lima, Perú. Nuestra querida cachorra ya era parte de la familia, no la íbamos a abandonar. Mis papás, mi hermano y yo, hicimos todos los tramites necesarios para llevarla con nosotros a nuestro nuevo hogar. Al final, después de tanto esfuerzo todo salio como lo esperábamos, logramos llegar a Lima todos juntos.
Cuando salimos del Aeropuerto a Sachita le temblaba la colita, pues el clima era muy frío, al rededor de los 14°. Al llegar a nuestra nueva casa, mi perrita ya tenia un camita lista, donde se acurruco y no se paro en dos días. Llegamos a la conclusión que se estaba aclimatando.

Sacha en Perú

Una de las anécdotas que recuerdo donde se muestra el carácter de Sacha fue cuando mi hermano Oscar Guillermo llevo a su novia, ahora su esposa, por primera vez a la casa. Estábamos todos sentado en la sala, ellos dos en el mueble grande. Cuando Sachi entro y los vio muy cerca, salto hacia el mueble, se hizo espacio entre ellos y cuando logro separarlos y establecerse en las piernas de mi hermano, volteo la mirada le gruño y ladro hasta que mi cuñada se cambio de mueble. Pasaron varios años, para que Sacha la aceptara.

Paso el tiempo y viajamos a Venezuela de vacaciones, así fue como trajimos dos perritos mas, Chiqui y Ori. A Sacha no le agrado mucho la llegada de los cachorros ya que estaba acostumbrada a ser el centro de atención. Al poco tiempo también llegó Canela. Sacha decidió ignorarlos. A veces jugaba con ellos, pero la mayoría del tiempo les gruñía pues ella ya era grande y los cachorros la molestaban.

Chiqui, Ori y Canela. Lima - Perú


En 2007, nuevamente por motivos de trabajo de mi papá, tuvimos que regresar a Venezuela y lamentablemente, con el dolor de nuestra alma debimos dejar a dos de nuestros perritos, Chiqui y Ori. Mi papá, mi mamá y yo nos vinimos, mi hermano se quedó allá pues ya tenia su vida hecha. 
Sacha ya con cinco años y Canela con tres regresaron con nosotros. Nos establecimos en Maracaibo, duramos ahí menos de un año.

Sacha y Canela. Navidad 2007. Maracaibo, Edo. Zulia


En el año 2008, decidimos mudarnos a La Guaira, Edo. Vargas. Obviamente nos llevamos a nuestras adoradas perritas. No ocurrieron muchos cambios desde entonces, Sacha se hacia viejita y amargada, pero igual la queríamos muchísimo. Era muy consentida, le encantaba el dulce. Cuando había cumpleaños en la casa, todos se aseguraban de darle su pedacito de torta. Una vez hasta fueron invitadas a una boda canina.


Pepita, la novia
Toby, el novio
Florentino, el padrino

Sachita lista para la boda

Canela lista para la boda

Los invitados

Sacha disfrutando de la boda


Y llego el 2011, año en el que nuestra querida Sachita enfermó. Si los voluntarios por los animales de Macuto no la ayudan, seguro habría muerto ese día. Llego convulsionando, casi no podía respirar, no controlaba los esfinteres, creímos que no sobreviviría. Pero estas maravillosas personas, sin cobrarnos un centavo, nos ayudaron. Aún recuerdo el muchacho que estuvo horas con Sacha colocándole oxigeno, tenia que sujetarle la lengua porque convulsionaba y se le iba hacia atrás, por eso no respiraba bien. Él tomo su celular y se lo coloco en la boca para que ella no lo mordiera, le sujeto firme la lengua y le puso la mascarilla de oxigeno. Al inyectarle unos medicamentos, nuestra perrita volvió en sí. Al día siguiente el veterinario nos informo, después de realizarle una serie de análisis, que Sacha sufría del corazón y debíamos darle una pastilla diaria por el resto de su vida.
Todos nos sentimos aliviados pues la habíamos recuperado. Ella volvió a la normalidad, seguía igual de malhumorada, consentida y devoradora de dulces.

Sachita después de la crisis


Ya en 2012 Sacha seguía bien, hasta que un 31 de mayo recayó en su enfermedad. Muy temprano en la mañana la oí llorar, era raro porque nunca hacia eso, era muy floja y dormía hasta tarde. Estaba inquieta, vomitaba y no mantenía el equilibrio. Llorando me fui al veterinario, para esto ya ella no resistía su propio peso, se quejaba mucho y a mi se me partía el alma cuando la escuchaba. Al llegar a la clínica le dio un infarto, la doctora dijo que eso era normal en perritos que sufrían del corazón, que estaba sufriendo mucho y era mejor ayudarla a irse. Con todo el dolor que no puedo expresar con palabras, afirmé con la cabeza. La doctora la inyecto y así Sachita descanso. 
Yo solo lloraba, no podía con la tristeza. Cuando llegue a casa mi mamá me abrazo y me dijo que teníamos que ser fuertes, que eso es parte de la vida, que nuestra Sacha había vivido 10 años maravillosos, viajo, probo distintas comidas, jugó, disfruto, recibió mucho amor, era feliz. Hasta ahora, cuando pienso en ella, trato de recordarla con alegría y cariño, no hay un día en el que no piense en ella y en todos los años que compartió con nosotros.


         SIEMPRE ESTARÁS EN MI CORAZÓN 




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